jueves, 9 de diciembre de 2010

Venganza

Fría como el hierro estaba columpiándose vagamente en una oscura noche lluviosa de otoño. Las hojas caídas se ahogaban bajo charcos y barro. El amanecer, aún lejano, parecía inalcanzable, imposible, olvidado. El grave sonido del columpio señalaba su extraña presencia, no debía estar allí. Aquel abandonado parque, hostil, no era su lugar. Sin embargo ella no estaba incomoda, sencillamente no estaba, flotando, su mente no pensaba, un entorno demasiado grande para ser asumido en un tiempo que no se percibe, ojos demasiado pequeños para tanta inmensidad. No era justo, pero como había ocurrido, quizás si, no tenía explicación así que de poco valía intentar comprender.

No estaba, en cualquier caso, sola. Una presencia la observaba con sensación de comprensión y aceptación, irregular situación para esta podría parecer, pero no, ella sabia que estaba allí, aunque sus ojos aun no podían verlo, sentía su aura cerca. Se preguntaba con que mascara iba a aparecer y no auguraba que iba a ser esta, era inesperado, después de todo, no era la que había llamado, pero ahí estaba, cada vez mas visible, mas cerca, solo para ella.

Un gran horror reciente ocurrió en el mundo, uno que ni debe ser recordado, y tanto en ella como en todas las personas dejó un fuerte daño. La violencia ya parecía imparable, el mundo en la noche estaba apagado, las risas perdidas, el odio sellado y clavado en cada todos los pobres incautos que temerarios, lo despertaron.

Sin dar movimiento, Venganza se acercó a la chica y le cogió la mano. Esta no dio un sobresalto, mas bien parecía recibirlo. En su interior escuchó lo que temía - ¿Quien? - preguntó, sin vacilar ella contestó - Yo.. - En ese momento venganza le soltó la mano y se alejo, extraño de esa decisión. A ella le impactó un poco, se suponía que cuando aparece no nota sentimientos, no se esperaba esa reacción. Sabia que estaba a punto de morir... lo había pedido, y esta máscara jamás fallaba, un nombre, un muerto, sin mas sentido que la misma existencia.

Dejó de llover, ella solo esperaba que no fuese doloroso, unas rachas de viento le latigaban la espalda. En una de estas, por el frío elevó sin querer la barbilla hasta tener de frente a su visitante. La luz de una farola justo detrás de el le ocultaba el rostro, pero le pareció ver que su mascara ¿Lloraba?. - Quien... - Volvió a preguntar con la voz ya quebrada - Yo... - Y la chica le cogió su mano, que ahora temblaba débilmente. El la aparto bruscamente. Pasaron unos minutos del vacío mas lleno que se puede imaginar.
- Está bien.. a cambio, dos preguntas - Le dijo
- De acuerdo.., una pregunta, te daré dos si no sufro - Contestó
- ¿Que me ha invocado?
- Mis padres, han muerto a manos de ti, por alguien que perdió a alguien que ya no está, por ti.
Venganza le volvió a coger la muñeca con las dos manos abrazando toda la palma, ahora arrodillado delante de ella pudo ver claramente que la máscara temblaba y de algún modo, lloraba.
- ¿Porque? - Fue su pregunta
- Por mi, por nadie, porque te he querido para mi muchas veces, pero te odio, y no te odio, por todos, y sobre todo, por ti...
Venganza miró a todas partes, sabia la parte que le tocaba y no le gustaba. Era la primera vez que sentía algo mas que así mismo. Demasiado para ser asumido, no quería de ninguna forma cumplir esta vez aunque sabia que estaba atado. Jamás antes había dudado, el camino antes claro y simple como una carretera que se pierde a la vista, ahora era un llano enorme y perdido en medio de una oscuridad boscosa y desordenada.

Se levantó y ella lo siguió con la mirada. Erguido se vieron por ultima vez y ella le hizo un gesto de aprobación, de sencilla aceptación. Venganza se acercó y le agarró fuerte la mano, la chica se apoyó en el y le tiró del traje. Estaba asustada.

Esta notó que la otra mano del monstruo se le posaba sobre su cabeza y..., durmió, sin sentir mas que un profundo sueño que no creaba formas ni recuerdos, sencillamente oscuridad.

Ya había ocurrido, el lo sabia. La soltó y su cuerpo cayó a plomo sobre la tierra, justo a los a sus pies. El odio fue tan intenso que solo pudo gritar, como jamás había hecho antes. Fue como llevar la lava del centro de la tierra a lo mas profundo del espacio en un instante... era la primera vez que sentía, y jamas se iba a perdonar esto. Perdonar... ahora lamentaba saber que significaba...

No hay comentarios: