martes, 1 de septiembre de 2009

Monstruos del conocimiento

Una vez un pueblo logró un poder inimaginable luego de cientos de años de sacrificios y esfuerzo.

Tan grande era este poder que nadie pensaba que se pudiera contener en un solo punto, a fin de ser más fácil acceder a él y librar a todas las personas que lo contenían la dura batalla de recordarlo.

Un día apareció un peregrino por el pueblo. Con aspecto de sabio, noble y desenfadado. Pronto se hizo uno más en la aldea y logró confianza entre los aldeanos.

El gran poder de este pueblo sorprendió al peregrino, que no dudó en ofrecer su ayuda para solventar el problema que acarreaba tener que recordarlo.

Un consejo se reunió entonces para decidir que hacer, si confiar en el peregrino, o dejar las cosas como estaban. Horas y mas horas discutió el consejo hasta que finalmente, hicieron pasar a la corte al peregrino.

Este les explicó que existe un cofre mágico donde pueden depositar el gran poder y guardarlo. Una llave protegía contra extraños el posible robo del gran poder, que además, ofreció el peregrino, podía ser depositado en el mismo centro de la plaza pués el cofre mágico tenia la cualidad de no moverse de donde estaba una vez fuese llenado.

El consejo no dudó del cofre, y el poder fué parcialmente depositado. Con el tiempo los aldeanos confiaron más y más en el peregrino y mas poder iban almacenando. Les fascinaba poder liberarse de la pesada carga que el poder les obligaba.

Cuando ya todo el poder fue confiado al cofre, este apareció cerrado. Desesperados los aldeanos, que hasta sus nombres habían guardado hicieron un consejo de urgencia que, lógicamente, resolvió consultar al peregrino para saber que había pasado.

Los pobres y temerosos de no tener poder alguno vieron aparecer a su viejo amigo, que con rostro de satisfacción se les presentó frotando una llave que colgaba de su cuello, una llave que abría un cofre mágico, una llave maldita para los aldeanos.